Gracias a mi amigo Enrique Tamargo conocí esta refrescante ruta para hacer en verano. En un principio me pareció facilita, un paseo. Pero al ir recorriendo el camino, te das cuenta que a la vuelta tocaba sufrir un poco. A la ida vas entretenido descubriendo sitios nuevos, pozas en las que te das un baño, paras para hacer fotos y vas a la sombra durante bastante tiempo. Observas que los principiantes tratan de pasar de puntillas por los primeros tramos del rio en que hay agua, ! nos le quedaba nada!… Pero cuando nos dimos cuenta, habían pasado casi cuatro horas desde que salimos al camino. A algunos componentes de la excursión no le hizo mucha gracia tener que remontar el rio por medio de cuerdas en algunos tramos, y todavía menos, bajarlas. La vuelta se hace en menos tiempo, no te paras tanto. Debido a que hay zonas del lecho del rio que están secas y bastantes pedregosas, el cansancio, el calorcillo de las cuatro de la tarde   y pensando algunos en   la cuesta final, como he ...